infinita tristeza

Abr 24 08
Lo mejor del día ha sido verte reír, gordo. Ayer estabas tan callada y triste y tú nunca estás así. Es una vaina recibir malas noticias, lo sé, más aún cuando ya tienes otras cosas de que preocuparte. Más aún cuando sientes que todo el trabajo de meses se va directamente al tacho. Tanto trabajo duro y sacrificio de sueño... y se juntan rabia, frustración y pena. Primero traté de hacerte ver que todo tenía solución, también traté de animarte pero no me salió, no? Quise entretenerte, hacerte reír, contarte algo gracioso, hacer algo para sacarte una sonrisa y animarte y no funcionó en absoluto.

Caminamos al costado del río. El día, que estaba tan soleado, se nubló haciendo que todo se vea más triste; el clima tampoco me favoreció. Conversamos bastante pero sé que no ayudé mucho que digamos. Te parece si nos vamos temprano hoy? Las ganas de trabajar como que no estaban. Irnos temprano fue definitivamente una buena idea.

En la noche, mientras manejaba, tu silencio me dijo que aún estabas deprimida. Me preocupaba un poco haberme quedado sin ideas para animarte. Tienes hambre?... No?... Podemos cenar algo rico... Sí, tienes razón, mejor dormimos temprano hoy. Y ahí se fue mi última idea.

Al llegar a casa, nos acostamos a mirar el techo. Me abrazaste. Cerré mis ojos y quise soñar pero era muy temprano para dormir. Te abracé. Cerraste los ojos pero sé que sueño no tenías... La idea más rara pasó por mi mente pero no te dije nada por lo absurda que era: quería absorber tu tristeza. Sin avisarte. Absorberla toda. En una especie de sueño, sentí cómo se formaba calor entre tú y yo... como si de verdad funcionara. Tu tristeza; necesitaba absorber tu tristeza. Lo horrible fue darme cuenta de lo ridículo de mi plan. Lo tonto que fui al pensar que puedo absorber tu pena. La realidad me golpeó, no puedo hacer nada. No puedo.

Y sentí una tristeza infinita.

No recuerdo haber estado tan triste en mucho tiempo. Y lloré. Creo que la última vez que había llorado fue varios años atrás... Si hay alguna habilidad que tengo y de la cual a veces me siento orgulloso es de mi resistencia a la pena, al estrés, al cansancio, a la angustia. A veces es como si no me afectaran. Lo niego todo en mi mente y le sonrío a la vida. Pero en esta ocasión no pude. Me sentí absolutamente débil e inútil. Me abrazaste, lloraste; nos deshidratamos juntos...

Al rato nos miramos con los ojos hechos agua y sonreíste... y tu sonrisa se convirtió en risa. Yo también sonreí... y me reí. Al final nos matamos de risa. Cualquier cosa que nos dijéramos era buen motivo para reírnos. Conversamos y se nos hizo súper tarde. Me hablaste sobre lo que pasó en tu lab; que eso último que intentaste parece funcionar, que ya reservaste el tren para el siguiente fin de semana, lo que fulanita le dijo al tipo aquel y lo gracioso que fue y la cara que puso. Y de todo nos reímos y la tristeza se fue.

Más tarde, la cena estuvo muy buena y dormí plácidamente. No había dormido tan bien en muchísimo tiempo, gordo. Y hoy te veo feliz, sonriendo y eres de nuevo la misma y yo estoy de lo más contento porque estamos juntos, porque tu tristeza es mi tristeza, porque ya somos uno.

Mañana te voy a preparar causa rellena.